domingo, 18 de febrero de 2007

Escándalo en Mestalla

La foto no pertenece al partido de Mestalla, donde el público supo comportarse mejor de lo que algunos individuos, ajenos al mundo futbolístico, pretendieron.


La liga de las estrellas ha estado salpicada en muchas ocasiones por la política, pero la de hoy en Mestalla debería obligar a una investigación y una sanción ejemplar ya que se pretendió, con esa actuación, un beneficio económico y político haciendo uso de la obvia mentira y la falsificación.
Si el caso Oleguer no había calentado bastante los ánimos cuando determinados medios de prensa, que avergüenzan a la profesión, habían realizado una interpretación falsa y malintencionada para dañar la imagen de una persona, el jugador Oleguer Presas, que siempre razona sobre temas conflictivos sin temor y metiendo el dedo en la llaga, ahora los mercantilistas de Kelme y algunos miembros del partido popular valenciano han protagonizado un nuevo acto.
No nos cabe duda que el calentamiento previo al partido, de normal, ya hubiera sido suficiente para que silbaran al jugador, pero la cosa podía haber sido peligrosa cuando, algún allegado a la empresa valenciana, rescatada con fondos públicos por el gobierno autónomo del PP, le ha devuelto el favor a este partido de la ultraderecha imprimiendo octavillas y entregándolas a la entrada del campo para enardecer los ánimos. Siendo estrictos con la ley, esa acción constituye un delito de incitación a la violencia, más aún en un lugar tan sensible como son los campos de fútbol. Recordemos los sucesos de las pasadas semanas en Italia.
Por su parte, el jugador Salva Ballesta, que ya nos había deleitado con sus “banderoladas” franquistas, la pasada semana insultó al jugador catalán de forma grosera, también ha sido pitado en Riazor por una parte del público... claro que un aficionado nos comentaba que se debía a cuestiones más relacionadas por el fútbol.
Silbarán también a Capelo por sus palabras de apoyo al franquismo el pasado mes de mayo y que, las malas lenguas, afirman que es la razón de que hoy sea el entrenador del Real Madrid y de que aún se le toleren más fallos.
Todo jugador, como persona que es, tiene libertad para opinar y manifestarse políticamente como le plazca, pero unos y otros deben tener el fútbol separado de la política. Cuando el jugador se enfunda las botas forma parte de su equipo de once y el público que no entienda esta dicotomía persona-jugador no debe ser admitido en un campo de fútbol.
El escándalo de Mestalla, esta vez, no tiene que ver con el árbitro, ni con las expulsiones, sino con la actitud política de algunos elementos externos y que, de tolerarse, amenazan más al fútbol que los posibles errores arbitrales.

No hay comentarios: