sábado, 20 de enero de 2007

Dibujar y escribir


Miro como un dibujante termina una caricatura a un muchacho alemán u holandés… es rubio.

Las noches de verano, en los pueblos de la costa, siempre son muy animadas. Puestecitos de toda índole, tapas, helados, combinados, refrescos, discotecas… La gente camina alborozada paseo arriba y paseo abajo y, en algún momento, todos terminan por parar, en un sitio u otro, para echar un vistazo a algo interesante.

Ahora me fijo en los trazos del caricaturista. No es fácil encontrar las características principales de una persona a la que no conoces y aún más si esta es joven y la vida no ha personalizado su cara.

Ya ha terminado y todos sonríen, pero en la mirada del artista veo que no está convencido de su obra. A los clientes no parece importarles, en el fondo se alegran de que su niño no esté en aquel papel y es un dibujo gracioso… se van contentos.

Pienso que escribir es algo parecido. Intentas ver esas cosas importantes que definen el todo, para, diciendo lo mínimo, decirlo todo. Las palabras son los trazos que describen la cara de la vida. Si acertamos nuestra mirada brilla al verse en ese espejo, pero si nos equivocamos siempre esperamos arrancar, como poco, una sonrisa.

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